Bewitching - Alex Flinn
Hechizar puede ser una bestia...
Una vez, puse una maldición sobre un chico bestia y arrogante de secundaria. Ese resultó bien. Otras no.
Voy a una nueva escuela ahora, una en la que nadie sabe que me he graduado hace mucho tiempo. No estoy todavía aquí porque soy estúpida, sino porque no envejezco.
Ves, soy inmortal. Y más o menos sé todo después de cientos de años, —a excepción de cuándo tomar mis poderes y entrometerme.
Quiero ayudar, pero las cosas se tuercen en formas que nunca podría predecir. Como cuando traté de liberar a unos niños de una casa de pan de jengibre y terminaron siendo ahorcados. Después de regresar de entre los muertos (inmortal, ¿recuerdas?), traté de hacer de casamentera para un príncipe francés y terminó expulsado de Francia para siempre. ¿Y esa pequeña sirena que encontré en el bote salvavidas del Titanic? Ni siquiera quiero pensar en ello.
Ahora una chica llamada Emma me necesita. Probablemente no debería involucrarme, pero su magnífica hermanastra está conspirando hasta la médula. Creo que tengo la cosa para arreglar esa chica —y no es una calabaza encantada.
Una vez, puse una maldición sobre un chico bestia y arrogante de secundaria. Ese resultó bien. Otras no.
Voy a una nueva escuela ahora, una en la que nadie sabe que me he graduado hace mucho tiempo. No estoy todavía aquí porque soy estúpida, sino porque no envejezco.
Ves, soy inmortal. Y más o menos sé todo después de cientos de años, —a excepción de cuándo tomar mis poderes y entrometerme.
Quiero ayudar, pero las cosas se tuercen en formas que nunca podría predecir. Como cuando traté de liberar a unos niños de una casa de pan de jengibre y terminaron siendo ahorcados. Después de regresar de entre los muertos (inmortal, ¿recuerdas?), traté de hacer de casamentera para un príncipe francés y terminó expulsado de Francia para siempre. ¿Y esa pequeña sirena que encontré en el bote salvavidas del Titanic? Ni siquiera quiero pensar en ello.
Ahora una chica llamada Emma me necesita. Probablemente no debería involucrarme, pero su magnífica hermanastra está conspirando hasta la médula. Creo que tengo la cosa para arreglar esa chica —y no es una calabaza encantada.
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